20 mar 2012

Una enseñanza digna...pero también coherente

Hay cosas que "se entienden" y que deberían NO entenderse.
Vaya por delante que mi postura frente a todos los que se dedican a la enseñanza es de admiración y valentía en los tiempos que corren. Pero en ocasiones, me cuesta mucho morderme la lengua ante algunos comentarios y experiencias que me confirman, por lo bajinis, que las cosas no van bien.
Dando por sentado que muchos jóvenes y jóvenas de hoy en día pescan los argumentos al vuelo y miran hacia otro lado cuando se les pregunta cómo ha ido la evaluación, mientras buscan la manera de decirte un "bueno..." que podemos interpretar como un rotundo "mal", tengo que decir que vale la pena escuchar sus explicaciones, siempre con reservas, frente a algunos despropósitos que hoy en dia parecen ser normales.
Me explico.
"Se entiende" que asistir a clase cada día, hacer los deberes y no escupirle el chicle al profesor sube la nota final de un trimestre. Creo que esto no deberia entenderse. Ni mucho menos. ¿acaso cuando eres adulto te pagan más por ir cada día al trabajo? Noooo. Se supone que te pagan para eso.
"Se entiende" que de un grupo de más de veinticinco alumnos solo apruebe el 15% de la clase. Esto no debería entenderse.
"Se entiende" que para que las estadísticas de un centro de enseñanza no perjudiquen el buen hacer del equipo docente ni sus directrices generales, sólo suspendan el curso a un pequeño porcentaje de alumnos y éstos vayan arrastrándose por las aulas, año tras año, hasta que llegan, con suerte, a algún programa que de cualificación para la inserción u otros similares. Creo que esto no debería entenderse. Ni mucho menos.
"Se entiende" que, (tengo la esperanza que en pocas ocasiones)si un alumno va a cursar un ciclo formativo o bachillerato, el tratamiento con el que se evalúa sus resultados sean distintos, y aquí creo que todo el mundo entiende, sin que yo lo diga, que algunas cosas no han cambiado en absoluto. Este supuesto tratamiento diferenciador no debería entenderse, ni mucho menos.
Todos los que somos padres, tenemos la suerte de trabajar y la cabeza mínimamente amueblada podemos entender que los maestros, igual que los médicos, los barrenderos y las pescateras, son personas humanas que tienen dias mejores y días peores. El problema es que cuando traspasamos la barrera en la que el resultado de lo que pase, a corto y a medio plazo, nos da lo mismo, porque ya estamos hasta la narices, podemos incurrir en una falta de coherencia como la copa de un pino. El maestro, en todo su derecho de sobrevivir a las circunstancias, aplicará la ley de "pa qué me voy a molestar", el médico, recibiendo muchos más pacientes de los que debería recibir, aplicará la ley de recetar el mismo jarabe a discreción, "peti qui peti" (explote quien explote), el barrendero, harto de cobrar una miseria, se esconderá entre los coches y hará ver que está barriendo,mientras las calles continúan hechas un asco y la pescatera, que aparentemente te estará poniendo su mejor género, te venderá un resto de anteayer en cuanto te des la vuelta en busca del monedero.
Tenía que expresarme...y me dejo muchas cosas en el tintero...para otro día.
PepaFraile 2012

4 mar 2012

A saber...

- ¿Eres amiga suya? - preguntó ella con cara de circunstancias aunque convencida de saber la respuesta. - No - contestó él tan rápido como aquella pregunta había llegado hasta sus oídos. - ¡Gracias!- replicó ella con una sonrisa. Demasiadas verdades, pensó ella al darse cuenta que a penas hacía unos minutos que se conocían, pero no le importó demasiado. Ya no.
- Pero ella no era así antes - aclaró él después de dar un trago a su tónica - tratando de dar alguna explicación que nunca llegó a producirse.
De vuelta a casa, Jimena recordó aquella breve conversación cruzada ante la presencia de otras miradas, en la que habían salido a relucir demasiadas personas que todavía le causaban añoranza, rechazo, dolor y desconcierto. ¿Cual puede ser el motivo por el que alguien que "antes no era así" ahora no tenga pudor en mostrar su miseria ante los demás, dejando escurrir bajo la manga las cartas que la ayudan a ganar y sonríe cada vez que recuerda los beneficios que su efímera posición le reporta a cualquier precio?. Mientras expulsaba el humo de una calada recordó una de las primeras frases que había cruzado con él. -No tienen piedad, esa gente no tiene piedad si no eres de los suyos. Dejó de tatarear la canción que sonaba en la radio del coche y se centró en aquellas palabras, una por una. Dibujó una sonrisa y elevó al máximo el volumen de la música. Mientras cantaba a voz en grito saboreó la satisfacción de no ser uno de los suyos.
PepaFraile 2012

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