3 ago 2013

EL ESPEJO CIEGO




EL ESPEJO CIEGO

-     ¿Me ves? –formula sonriendo mientras ella mueve la cabeza hacia los lados explorando la imagen.
Su rostro es familiar pero no la reconoce.
Nuevamente, el silencio y su mueca retorcida ante la imagen la sumergen en una neblina que espesa su entendimiento.
-     Mi nombre es Mortífera, pero no se lo digas a nadie. Será nuestro secreto.- pronuncia sutilmente tapándose la boca de la que escapa una sonrisa aguda-. Tranquila yo cuidaré de ti.
No reacciona. Sus pequeños y enrojecidos ojos miran sin ver. Nadie las ha presentado pero sabe que existe. Lo sabe. La ha visto en alguna otra parte aunque no recuerda dónde. Iba sola, caminando hacia ella mientras trataba de hacerse camino entre el caos que se ha apoderado de ella. El cansancio le puede. Suspira y asiente.
-     ¡Deprisa! Escóndeme que pueden vernos. ¿Estás viendo? Nadie podrá interrumpirnos mientras me miras. Concéntrate y todos creerán que no hay nada tras el espejo. Únicamente tú. ¿Cómo te llamas?
El silencio sigue contemplando su imagen sin dar paso a las palabras. Se miran mientras la joven tambalea y se mueve lentamente hacia adelante. No recuerda las letras que se unen para poder pronunciarlo. Su gesto se contrae en una mueca atormentada. –No recuerdo, no recuerdo, no puedo recordar –repite una y otra vez sujetando su cabeza. Entre las manos.  
-     No importa. Voy a buscarte uno que te agradará. Déjame que piense –pronuncia repicando su largos y esbeltos dedos sobre la grisácea hendidura de su mejilla. Suspira, la mira, sonríe y tras un chasquido sonoro con sus dedos se detiene y la señala.
-     Lo tengo. El tuyo, a partir de ahora, será Obsesión. Divina Obsesión. No me digas que no es precioso. Me fascina –pronuncia lentamente relamiendo con su lengua cada una de las letras.
-     No es cierto- replica por primera vez la muchacha acobardada.
-     Sí. Lo es. Te lo has ganado, aunque eso ahora no importa. Vamos a jugar a un juego. ¿Qué letra prefieres, A ó B?
-     No te entiendo.
-     A de anorexia. B de bulimia. Es muy fácil.
La joven sigue esperando. Las fuerzas la abandonan por momentos y su voluntad se hace más pequeña doblándose tras una mirada profunda que cae sin piedad hacia un pozo sin fondo. No ve el final mientras su cuerpo gravita en el descenso. Recuerda otro tiempo, ya lejano en su memoria, en el que su sonrisa mostraba unos labios carnosos hambrientos por vivir. Ahora, frente a los pedazos rotos de su esencial imagen desdibujada todo es oscuro y se resiste a frenar su propio tormento. De pronto, las lágrimas resbalan sin permiso por el surco violeta que contienen sus ojos. Unos ojos que otrora fueron luz y existencia, ahora se marchitan traicionados por una imagen que ni siquiera reconoce.
-    -¡Maldito espejo! –grita ahogando una voluntad que ni siquiera es la suya.
Se abraza mientras finge la triste sonrisa tantas veces ensayada. Quiere…pero no puede. No puede. No puede más…pero lo intenta. Mortífera la observa silenciosa. Conoce los efectos. Sabe que más tarde o más temprano pasará al otro lado, y debe darse prisa en conseguirlo. El tiempo pasa deprisa. Detrás de su espalda se ocultan las marcas de sus víctimas, los restos de otras vidas que sucumbieron ante el espejo igual que ella está a punto de hacer.  Falsas promesas cargadas de mentiras envueltas.
-    No te preocupes. Sólo tienes que elegir. En realidad, el orden no alterará el producto si te lo propones en serio el éxito está garantizado, pero llegar al final tiene sus reglas. Tendrás que seguir al pie de la letra todas mis instrucciones.

-    No sé si podré –replica sorbiendo mientras pasa las manos por su cara-. Tengo hambre.
-    Eso sólo será al principio. Después te sentirás mejor.
-    Todos me obligan a comer. Recuerdo que me gustaba. Era agradable cuando no me dolía, cuando tenía ganas de hablar, de vivir, de reír. No puedo concentrarme en nada. Lo intento…pero no puedo.
-    Eso son tonterías. Créeme. Todos te admirarán al verte cada día más…guapa.
-    No estoy segura. Mi cuerpo entero ruge, se retuerce. Me siento débil.
-    Bobadas. ¡Serás perfecta! Es nuestro mejor proyecto. Muchas lo desean y tú has sido la elegida. Te lo mereces, te mereces lo mejor que te puede pasar en la vida, créeme –sentencia Mortífera nerviosa alzando los brazos al el cielo mostrando su macabra anatomía.
La muchacha observa atentamente sus costillas, su pelvis, su mentón pronunciado. Quizás por primera vez tomando conciencia de algo que ha empezado a suceder. Mariposas grises. Una orquesta de huesos dispuestos a salir de un cuerpo que busca desesperadamente su alimento: almas vencidas por la imagen de un suspiro. Espejos ciegos. La obsesión lastima. Empieza a verlo. Lo siente muy adentro. La maldita delgadez complace.  -¿Acaso no eso lo que siempre deseaste? –pronuncia Mortífera luchando por entrar en su cerebro taladrado.
Ella escudriña las palabras, las reúne, las aplasta, las mastica, las envuelve, retrocede y dispara:
-    -¡NO! ¡VETE! –estalla derramando el resto de sus fuerzas contra el espejo enemigo. Exhala agotada mientras la bestia desaparece hecha añicos gritando maldiciones.
Libre como antes. La carrera ha terminado y su vida empezará de nuevo.
Nadie la ve, ni siquiera ella. Sabe que éste será un nuevo comienzo. El miedo da paso a la esperanza. Hoy ha decidido vivir.  



Pepa Fraile 2013

http://issuu.com/editorialjus/docs/revista_justa_agosto_2013?e=7800647%2F4253123

Vistas de página en total